domingo, 12 de enero de 2014

¿Celeste o rosa?


¡Qué dilema! Parecería un cliché si digo que en realidad no me importaba que sería mientras que naciera sanito. Varón o nena para mí era lo mismo. Si, ¡lo mismo! Pero para mi marido...esa era otra historia. Él quería una nena. Una bella y delicada bambinna. Siempre, desde el primer momento en que lo conocí (que ya es bastante tiempo), el repetía una y otra vez que quería tener tres hijas. Nada más lejos de la realidad actual, pero eso decía él.

Por el contrario, yo siempre tuve miedo de ser madre y más aún de ser madre de un nene. Siempre vi a estas mamás con el aspecto de quien ha sufrido el paso de un huracán por sus vidas y sus cuerpos. Como si la vida se les hubiese acelerado terriblemente y las hubiese dejado con los pelos enmarañados, las ropas desencajadas y los ojos desorbitados por la sorpresa. En cambio, las mamás de las dulces niñas, siempre estaban prolijas y arregladas como sus hijas. Eran dulces y hablaban despacio...jugaban a las muñecas y no a la lucha.

La realidad era que en base a estas cuestiones, yo compraba ropa blanca, verde manzana y amarilla. Pero los nombres, tercamente se buscaban para niña. Ni una opción de nene. A pesar de que el libro de nombres tenía ambas secciones, ambos buscábamos nombre de nena una y otra vez.

En fin. Llegó la semana 22 donde con la eco se podría ver el sexo. O al menos intentar verlo (eso me dijo el ecografista como para que no me hiciera ilusiones y me encontrase luego con la decepción porque no se dejaba ver). La ecografía comenzó tranquilamente. Yo tenía un presentimiento de como saldrían las cosas. Ese presentimiento había sido gestado casi con el test de embarazo positivo ya que una noche, cuando tenía escasas semanas de embarazo, tuve un sueño bastante revelador. Soñé a mi marido con nuestro bebé y a mi hermano, los tres juntos...y desde entonces supe el sexo de mi bebé. 
La cuestión es que durante toda la ecografía estuve pensando "que sea nena...que sea nena" para que mi marido se sintiese contento con el resultado y su eterno sueño se cumpliese. 

Y entonces llegó al lugar de la cuestión y la verdad que, al mirar el monitor, no necesité ni que me lo dijese:  ¡CLARAMENTE ERA VARON! Mi sueño, mi presentimiento como tantas otras veces, no se había equivocado y allí estaba la prueba. Por supuesto que luego de eso comencé a comprar algo de celeste y azul.

¿Qué pasó después?...teníamos varios meses por delante para asimilar la noticia y buscar un nombre ja! yY si te preguntas acerca de si me veo como si un tornado hubiese pasado por encima mío...bueno muchas veces me siento de esa manera.





Autor: El blog de mamá

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