Y entonces llegó el momento de la
primera ecografía. ¡Yo estaba tan nerviosa! y por supuesto los nervios eran
casi justificados. Y digo casi porque a menos que uno haga futurología, jamás
se puede saber que va a pasar. Y los años me han demostrado que a veces es
necesario sólo pensar en positivo y amargarse o entristecerse o enojarse
cuando tenemos la certeza de que algo malo o desagradable o triste está
sucediendo. Mi preocupación y anticipación se basaba en la cuestión de la edad:
ya tenía 33, era mi primer embarazo, etc. Y la pregunta era: ¿quién me
aseguraba que ese test positivo no fuese un falso positivo? Tenía terror de que
ese útero que nunca había tenido un habitante en su vida, siguiera
desértico...Y lo peor de todo era que no compartía con nadie mi temor, porque
¿quién me iba a entender? Muchos me iban a entender, eso lo sé hoy...
Esa mañana, tempranito, me
levante con ansiedad. Me tomé lo que pude de agua para el estudio: lo
suficiente como para no necesitar correr al baño inmediatamente, y tanto como
para que no me mandasen a tomar más una vez adentro del estudio. Me acuerdo que
ese día, como nunca, el lugar donde me hacía la eco estaba con poco personal en
la sección de ecografías. Lo sentí como un mal presagio ¿De qué? me pregunto
hoy. Entonces, algo que debía durar 5 minutos (y que yo necesitaba que así
fuera por el bien de mi vejiga) duró casi una hora. Mis viejos, que nos habían
acompañado como casi todo en mi vida por suerte, estaban esperándonos en una
plaza. Obviamente deliraron por la tardanza y cuando llegamos ya estaban
convencidos de que algo malo había pasado. Así de fatalista es mi familia y por
herencia yo también, ja. A lo que, mostrándole la fotito y señalándole que ese
punto gris en ese marco más gris, era su futuro nieto.
Mi marido estuvo a mi lado y se
emocionó. Y yo me emocioné al verlo emocionarse. En cuanto la ecografista puso
el traductor en mi panza, además de sentir que mi vejiga se desarmaba en
pedacitos y me hacía pis encima, lo vi. Vi ese tubito taquicárdico que parecía
más un gusanito que un bebé. Estaba ahí acunado por mí, por el latido de mi
corazón. Lo bautizamos "tubito", porque así era: un tubito de
milímetros pero que latía a toda potencia. Correlación a su vida intra y
extrauterina: inquieto, imparable, energía por todos lados!!!!
En ese momento estaba oficialmente embarazada y sin embargo mi preocupación no se contentaba con ese simple estudio...
Autor: El blog de mamá
No hay comentarios.:
Publicar un comentario